La Electromiografía (EMG) consiste en el registro extracelular de actividad eléctrica de los músculos y los nervios periféricos. Consiste en la inserción de electrodos de registro en diversos músculos en diferentes partes del cuerpo y el registro espontáneo (en reposo) e inducido (por contracción del musculo) de la actividad muscular eléctrica. La EMG es muy útil en el diagnóstico de las enfermedades neuromusculares.
La EMG proporciona información sobre el estado fisiológico de conducción de los nervios que inervan un músculo. Engloba tanto los estudios de conducción nerviosa (ECN) como la electromiografia coaxial o las técnicas específicas para alteraciones de la unión neuromuscular. Esta combinación permite realizar un diagnóstico topográfico de las lesiones y, además, informa el grado de la lesión. Permite identificar la localización de una lesión que pueda condicionar una parálisis muscular, tipo de la lesión y la extensión de la misma, así como de su localización (encéfalo, médula espinal, axón, unión neuromuscular, o las fibras musculares).
Las respuestas al estímulo eléctrico producen una serie de ondas (potencial de acción) que se registan en la pantalla del equipo de electromiografía, donde se estudian las características visuales y auditivas de esas dichas ondas. La EMG es una exploración dinámica diseñada especificamente para cada paciente, dependiendo de su historia clínica y exploración neurológica.
La EMG permite:
Localizar la lesión;
Distinguir entre debilidad de origen central o periférico;
Diferenciar entre una neuropatía de tipo axonal o desmielinizante;
Valorar el grado de lesión, su estado evolutivo y su pronóstico.
En Fisioterapia, la EMG nos permite conocer el grado de respuesta, activación y contracción muscular ante estímulos externos o internos. En casos de desequilibrios musculares, nos va a ayudar a determinar de manera real, cuál es la mejor mecánica de determinado ejercicio, para activar más o menos una determinada musculatura.
La EMG tiene várias aplicaciones clínicas. Para continuar leyendo el artículo, pulsa aquí.
Referencia Bibliográfica
Guerra, J.L. (2018). Manual de fisioterapia. Manual Moderno, (2a ed.).
Una de las áreas de actuación de los fisioterapeutas es las disfunciones de las articulaciones temporomandibulares (ATM). Estas disfunciones se caracterizan mayoritariamente por la presencia de dolor en la región facial y preauricular, limitación en los movimientos mandibulares y ruidos durante la realización de movimientos.
¿Sabes cómo es mantenida la posición mandibular?
La posición mandibular es mantenida gracias a los reflejos mandibulares y a la fuerza de la gravedad. Esta posición depende también de la posición ortostática de la persona y de las variaciones necesarias para permitir el funcionamiento de estas articulaciones.
Durante los momentos de vigilia, la posición fisiológica (posición vertical de la cabeza) se caracteriza por la posición de inoclusión fisiológica (PIF): la mandíbula se sitúa de forma que los dientes no estén en contacto y se mantengan separados, mientras los labios se encuentran cerrados, sin hacer fuerza.
La PIF se mantiene gracias a un equilibrio cefálico y de la musculatura responsable por la apertura y cierre de la boca. Al aumentarnos el tono de la musculatura de cierre mandibular los dientes entran en contacto y a esta posición se la llama posición máxima interscuspidación (PIM).
¿Sabías que la PIM es utilizada como referencia para la valoración de los movimientos de la ATM?
Puedes evaluar la apertura, cierre, protrusión, retrusión, y laterotrusiones izquierda y derecha.
La profesión del Fisioterapeuta ha sufrido una gran evolución estos últimos años, rumbo a su autonomía profesional. Esta autonomía conlleva al desarrollo de la capacidad de tomar decisiones clínicas responsables, oportunas, acertadas e independientes para resolver los problemas clínicos.
Estamos hablando del desarrollo del razonamiento clínico, una competencia necesaria e indispensable. Se trata del proceso de pensamiento y toma de decisiones que se produce en la práctica clínica durante el proceso de evaluación, diagnóstico y tratamiento del paciente.
Higgs (2006) lo define como el “Proceso de pensamiento y toma de decisiones clínicas dependiente del contexto de la práctica profesional para orientar las acciones prácticas. Envuelve la construcción de narraciones para dar sentido a los múltiples factores e intereses relacionados con la tarea de razonamiento actual. Ocurre dentro de un conjunto de espacios problemáticos formados por marcos únicos del contexto de trabajo y de modelos de práctica del profesional, así como el contexto del paciente. Utiliza las dimensiones esenciales de la práctica: el conocimiento, la cognición y la metacognición. La toma de decisiones dentro del razonamiento clínico se produce en micro, macro y meta-juicios y pueden ser realizadas de manera individual o colaborativa. Este proceso envuelve habilidades de comunicación, conocimiento y reflexión”.
¿Cuándo ocurre el razonamiento clínico?
Los Fisioterapeutas colocan en práctica su razonamiento clínico al interactuar con sus pacientes, familiares y con los demás miembros del equipo sanitario, donde los planes de tratamiento y las estrategias que se llevan a cabo están diseñadas y basadas en los datos clínicos, en el conocimiento, la experiencia y en el juicio profesional.
Referencias Bibliográficas
Jones MA, Rivett DA. Clinical reasoning for manual therapists. London: Elsevier Butterworth Heinemann; 2004.
Edwards I, Jones M, Carr J, Braunack-Mayer A, Jensen G.M. Clinical reasoning strategies in physical therapy. Phys Ther. 2004; 84 (4): 312-335.
Higgs J, Jones MA, Loftus S, Christensen N. Clinical reasoning in the health professions. 3ª ed. Oxford: Elsevier Butterworth-Heinemann; 2008.